No hay nada más placentero que andar por un camino de tierra en un atardecer de otoño, rodeado de árboles con hojas de colores, iluminadas por un sol todavía cálido. Esa sensación la he vivido en un lugar de Cantabria entre hayas y robles, con el suelo tapizado por una alfombra gruesa de musgo, virgen de pisadas.
El lugar existe: se encuentra bajando de los puertos de Sejos, pasando por Tramborrios y siguiendo hasta Pozo del Amo, donde se unen dos torrentes (Río Diablo y Río Infierno) para formar junto al río Corba el río Saja.
Relato de: Amélie
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